Rita Ora y yo no empezamos con buen pie. Se ha pasado los últimos seis meses pensando que yo había ignorado su mensaje de WhatsApp. Nos conocimos en noviembre, en la pasada edición de Premios Women Of The Year (mujeres del año) de Glamour UK donde ganó su tercer premio Glamour, esta vez como artista. Estaba sentada en mi mesa. Me cayó bien al instante. Como cínica norteña, no soy tan fácil de encantar, pero ella se mostró efusiva, cálida, descarada, divertida y sorprendentemente seria, genuinamente emocionada por ganar otro WOTY, "porque Glamour me ha defendido desde el primer día y no lo he olvidado".
Habíamos intercambiado números. Al parecer, me había enviado un WhatsAp al día siguiente para darme las gracias, pero lo envió al número equivocado. "Pero vi que el tick se había vuelto azul", se ríe. "¡Pensé que me estabas ignorando!" Como si eso fuera posible. Me río para mis adentros al pensar que alguien tiene sin saberlo un mensaje de WhatsApp de Rita Ora en su teléfono. Pensé que sólo había sido educada al pedirme mi número y que nunca volvería a saber de ella.
El hecho de que me mandara un WhatsApp para darme las gracias personalmente por el premio revela una muestra de modales y cercanía poco habitual en una estrella de su calibre. Empiezo a darme cuenta de que es típico de Rita. Me pregunto qué hicieron bien sus padres y cómo puedo inculcárselo a mis hijas pequeñas.
Nos encontramos en la suite de su hotel y me recibe como a una vieja amiga. Su nevera está surtida como una suerte de mini tienda de alimentos saludables: gotas de CBD, paquetes de caldo de huesos, tentempiés saludables con setas... A sus 32 años, me cuenta que está en forma como nunca en su vida, que practica pilates dos veces por semana y levanta pesas una vez a la semana. Lleva el pelo rizado hasta la cintura, rubio con mechas, y los ojos pintados con un delineado gráfico. Lleva un traje de chaqueta gris de Stella McCartney con hombros caídos, una camiseta blanca también de Stella y botas negras de cowboy hasta la rodilla, que se quita dejando ver unos calcetines grises cortos que ocultan su nuevo tatuaje en el tobillo: un corazón con la letra "T" en su interior. Su marido, Taika Waititi, de 47 años, director de cine neozelandés ganador de un Oscar, se lo tatuó con sus propias manos y ella, a su vez, le hizo uno a juego con su inicial un día que un amigo les prestó su pistola de tatuar. Pero de esto hablaremos más adelante.
Estamos aquí para hablar de su nuevo álbum You & I, el primero en más de cuatro años, cuando se cumplen casi 11 años desde el lanzamiento de su primer álbum Ora. Música aparte, no ha dejado de trabajar, ha sido muy prolífica, a veces, hasta la extenuación. Hace poco fue copresentadora de los MTV Europe Music Awards con Taika, lanzó la marca de tequila Próspero, actuó en Cincuenta sombras de Grey y en la última década ha colaborado con Prince y Ed Sheeran. Tras abandonar Roc Nation, la discográfica de Jay-Z, porque no publicaron nada de su música en tres años, Rita firmó en febrero de 2022 un contrato con la discográfica berlinesa BMG y ahora es propietaria de todos sus discos. También ha sido juez en Factor X, Mask Singer y The Voice en el Reino Unido y Australia, ha viajado por todo el mundo y actualmente se encuentra entre Londres, Los Ángeles, Australia y Nueva Zelanda. En abril estuvo en Liverpool, actuando en las semifinales del Festival de Eurovisión. Además, es embajadora de Unicef y ayuda a los niños refugiados a empezar una nueva vida. Es impresionante.
Cuando "no está trabajando" está en la alfombra roja. Por ejemplo, la semana pasada estaba Nueva York en la Met Gala 2023. Y, por supuesto, se ha casado recientemente. La noche de nuestro encuentro, está a punto de estrenar la segunda canción de su álbum, Praising You, con el himno de los 90 de Fatboy Slim. Está nerviosa. Dice que siempre está inquieta antes de que salga nueva música: "Crees que se irá haciendo más fácil, pero no es así".
Tenía ocho años cuando la salió la canción original: "A mis padres se les da bien organizar fiestas. Venían amigos y recuerdo que sonaba esta canción. Era la canción más feliz del mundo".
Rita tardó un año en conseguir que Norman Cook, alias Fatboy Slim, accediera a versionar la canción. Lo conoció en Glastonbury, cuando fue a escucharle tocar: "Me acerqué a él y le dije: 'Te quiero, me encantaría que algún día hiciéramos algo juntos'. Eran las 2.30 de la madrugada en Shangri-La, el rincón de las raves. No parecía el mejor lugar para tener una conversación de negocios. Conseguí su número y básicamente lo acosé. Puede que él diga que no fue para tanto, pero para mí, definitivamente lo fue. Me dije: 'Por favor, si alguien puede conseguir esto, creo que puedo ser yo'. Sé que otras personas se lo habían pedido durante años". ¿Por qué cree que la eligió a ella? "Creamos una conexión genuina. Escribí una canción pensando en Praise You y se la envié y me dijo que le encantaba".
Su confianza es sorprendente. Me encanta. ¿Sufre alguna vez el síndrome del impostor? "¿Qué es eso?", pregunta. "Claro que tengo inseguridades, como todo el mundo". Y añade: "Pero me impulsan a seguir adelante".
Sus decisiones de diversificar su carrera no han sido casuales, sino más bien planificadas y calculadas. Cuando finalmente se desvinculó de su acuerdo con Jay-Z en 2016, después de que las demandas cruzadas hicieran que llegaran a un acuerdo extrajudicial (solo publicaron un álbum juntos, Ora, en siete años), se sentó con su representante Sarah Stennett y "acordamos un plan de negocio a 20 años", lo que resultar muy revelador.
Las oportunidades se le presentaban, me cuenta, y pensó: "Sigamos haciendo crecer este árbol". Y fue regando el árbol más y más y más. Y empezó a crecer más y más, hasta el punto de no querer cerrarse ninguna puerta porque, "¿cómo no iba a aventurarme? Sentí que realmente podía manejarlo. No tenía vida social, pero estaba bien".
Su determinación para triunfar ha sido en cierto modo subestimada, quizá precisamente porque no se ha quedado en su cajón de "artista pop". Se niega a encajar en un molde en el que se la conozca exclusivamente como cantante o como jueza/presentadora de televisión o mujer de negocios, por más que el mundo patriarcal se sienta más cómodo con esas etiquetas. La fuerza motriz de su ambición puede atribuirse a su llegada al Reino Unido como refugiada de guerra desde Kosovo cuando era un bebé, con sus padres y su hermana mayor (más tarde nacería su hermano), y a su infancia en Londres, viendo cómo su familia reconstruía sus vidas desde cero. Su madre, que era médico en Kosovo, al principio no podía trabajar e incluso tenía que recurrir a la hermana mayor, de tres años, para que hiciera de traductora cuando tenían una cita con el médico. Comparte la decisión de Ora, se ha reciclado y ahora vuelve a trabajar como psiquiatra, ayudando sobre todo a mujeres con problemas posparto. Su padre tiene un pub en Kilburn, al norte de Londres.
El impulso insaciable de Rita, dice, proviene del miedo a volver a su vida anterior al éxito y carga con el peso de la responsabilidad de su familia, aunque "mis padres nunca me presionaron; mi infancia fue feliz y asombrosa". Esa abrumadora necesidad de proteger a los suyos le nace de manera natural: "Puede que algunas personas no sepan el sacrificio que he hecho para asegurarme de que mis seres queridos están bien", y reconoce: "Siempre hablo de esto en mis sesiones de terapia, de lo insano que es para los niños [refugiados] que inconscientemente asumimos este rol. No éramos los más ricos entre los ricos, pero tampoco los más pobres entre los pobres. Había una confusión intermedia: mis padres podían llevarnos de compras un día, pero no podíamos pagar la escuela al día siguiente. Siempre he tenido esa presión de pensar: ‘Si no alcanzo el éxito, ¿volveremos al lugar de donde venimos?’ No sé cuál es ese sentimiento, porque en realidad nunca crecí en Kosovo y la vida antes de la guerra se suponía que era buena. Crecí en Londres. Así que es casi como temer algo que en realidad no existe".
Rita dice que uno de los momentos de mayor orgullo de su vida es haber podido comprar una casa a sus padres. "Saber que podía [hacerlo] y que ellos no tendrían que preocuparse por una hipoteca era un sueño de toda la vida cumplido".
Cuando era niña y crecía en Londres nunca encajó. “Siempre fui una niña muy obstinada y creo que a algunos niños eso les resultaba incómodo. Mi respuesta a lo que la gente me decía era: 'No me lo creo'. Siempre estaba haciendo preguntas y la gente decía: ‘¿Por qué nunca te crees lo que te decimos?’ Nunca me ha gustado que me digan lo que tengo que creer. Es lo que me dio valor para hacer música y para alejarme del camino más tradicional que pasa por tener un título y era lo que mi padre quería que hiciera. Me arriesgué mucho porque creía en lo que podía hacer con mi voz”. En lugar de seguir la vía tradicional, asistió a la escuela Sylvia Young Theatre School, entre cuyos famosos alumnos se encuentran Emma Bunton, Amy Winehouse y Billie Piper.
A los 18 años, representantes de la discográfica de Jay-Z se fijaron en ella, pero no alcanzó la estratosfera hasta el lanzamiento de Hot Right Now en 2012, que lanzó de forma independiente.
Rita dice que "siempre ha anhelado la seguridad", pero le gusta vivir su vida "como si no hubiera reglas". Pero con ese espíritu libre –que comparte con otras artistas femeninas como Madonna, Cher o JLo– ha tenido que pagar un precio por no seguir el camino esperado; ha sido avergonzada por su imagen, su vida amorosa, por ser joven y divertirse. Su ambición y habilidad para los negocios han sido lamentablemente subestimadas. ¿Cree ella que ir contra corriente ha merecido la pena a cambio de los constantes juicios y la atención casi obsesiva de la prensa sensacionalista por cosas ajenas a su trabajo?
"Cualquiera que se salga de la norma va a enfrentarse a esto", afirma. En una ocasión, Rita Ora pidió consejo a Jennifer Lopez sobre cómo sobrellevar la constante atención que se prestaba a su vida privada en lugar de a su trabajo: "Ella siguió adelante, ignorando el ruido". Pero, ¿cree Rita que las mujeres reciben un trato más duro por parte del público?
"¿Que en qué creo que las mujeres son tratadas de forma diferente? ¿Tienes todo el día? Siempre me ha gustado Madonna, porque aún cuando sabía que no todo el mundo iba a estar de acuerdo, lo hizo de todos modos. Se lo agradezco, porque eso me ha dado la capacidad de ser más escandalosa, un poco más extravagante en la forma de vestir o las cosas que puedo decir. No soy perfecta, pero creo que eso es lo que más les gusta a mis fans. Nunca me he ceñido a los límites. Me gusta pensar que todos los errores que he cometido y todas las decisiones que he tomado son míos".
Uno de ellos fue la fiesta por su 30 cumpleaños durante el confinamiento en noviembre de 2020, por la que fue criticada y por la que ya pidió disculpas. Me pregunto qué pensará su madre que trabaja en un hospital: "Se enfadó conmigo, eso fue lo peor, verla trabajar todos los días y llegar a casa agotada y saber lo que hice, obviamente era evitable".
Parece que su vida ha cambiado casi por completo desde entonces, en parte, debido a su relación y boda secreta con su viejo amigo Taika. Rita pasó mucho tiempo en el extranjero, grabando, y también trabajando junto a Taika, que dirigió el vídeo de su single Praising You, un homenaje a las películas de los 70 y los 80, Flashdance, Fama, Buscando a Susan Desesperadamente… “Le quiero por las cosas que me enseña. Fue emocionante para él experimentar con algunas de sus películas favoritas y meterlas en mi música”. Hay una escena en el vídeo en la que los coreógrafos están fumando y sudando en un precioso caos: "Tai y yo estábamos en la cama una noche y nos dijimos: ‘¿No sería guay si lo hiciéramos así?’ No es bonito, pero tampoco feo, es incómodo. El trasfondo del vídeo es que no tienes que ser perfecta, sólo tienes que ser tú".
Dice que le encanta trabajar con su marido porque "nunca hay un momento aburrido. Nos compenetramos. Yo diría que nos llevábamos muy bien al principio, antes de que decidiéramos arruinarlo todo y empezar a salir", bromea. "Después de cinco años de amistad nos dijimos: ‘Creemos que estamos listos para pasar al siguiente nivel’. Éramos tan buenos amigos que nos preocupaba arruinar lo que teníamos. Pero fue increíble. Nunca antes había salido con alguien de quien fuera amiga primero. Es diferente porque la estabilidad está ahí, el marco; es como una obra en construcción, es como si todo se hubiera construido ahora, así que... Me lo he pasado bien en mi vida; ahora estoy emocionada por pasar a la siguiente etapa de mi vida. Estoy feliz de descubrir el siguiente capítulo de cosas que no había hecho: no me había casado, no había sentado la cabeza... hasta ahora".
Rita y Taika mantuvieron su boda en el más absoluto secreto y sólo recientemente confirmaron los rumores aunque ella sigue siendo intencionadamente esquiva sobre dónde y cuándo fue exactamente, en un intento de mantener parte de su vida en privado. ¿Cómo le propuso matrimonio? “Bueno, la verdad es que no se arrodilló. Fue más como: quiero casarme contigo". Ella le dijo que le asustaba la idea de celebrar una boda multitudinaria. “A algunas mujeres les gusta sentir esa atención especial ese día. Cada persona es diferente y para mí, dado que mi trabajo supone ser el centro de atención en muchos casos, prefería hacer algo íntimo”.
La boda se planeó en dos o tres días. "Cuando estaba ‘fuera de ciclo’, que es como llamo yo a cuando no estoy en ’modo álbum'. Sus hijas [Taika tiene dos hijas de un matrimonio anterior] estaban allí y yo realmente quería que formaran parte de ello. Era entonces o tendríamos que esperar siglos. No quería hacerlo sin mis hijastras. Así que nos las arreglamos y lo hicimos. Y fue perfecto", sonríe. "Mi hermana estaba allí, lo que fue increíble para mí. Y él tenía a sus hijas, lo que fue increíble para él. Fue un sueño. Mis padres estaban en Zoom".
Siempre había querido que Tom Ford participara en mi boda. Es uno de mis diseñadores favoritos de todos los tiempos. Y nunca olvidé un vestido que vi en su desfile de 2018. Era un vestido blanco, de encaje, con un velo de cuerpo entero que tocaba el suelo. Y os juro que esto es lo que pasó porque parece sacado de una película. Fui a la tienda de Tom Ford para ver si tenían algún vestido de novia y sólo tenían ese. ¡Tan extraño! No estoy de broma; me lo había guardado en mi moodboard. No es que esté loca… (se ríe) pero era el vestido que quería y estaba allí. ¡Y me quedaba bien! Estábamos predestinados".
Se lo contó a Ford en su momento y “él estaba encantado” de que lo hubiera elegido: "Es un gran amigo mío. Celebramos juntos el Año Nuevo que acaba de terminar". ¿Alguien más sabía que se casaban? "No, se lo conté a mis amigos después. Nadie lo sabía. Nadie se sorprendió. Me decían: ‘Me alegro mucho por ti. ¿Y cuándo podemos montar una gran juerga?’ ‘¿Ya lo habéis hecho?’ No. Quizá en algún momento de este año. Ni siquiera lo hemos pensado. Pero cuando lo hagamos, la noticia se habrá quedado vieja. A mis amigos ya no les importará".
Me intriga saber, teniendo en cuenta su herencia pluriconfesional –el padre de Rita es musulmán no practicante; su madre, católica; Taika se describe como judío polinesio–, si introdujeron la religión en su ceremonia nupcial... “No, fue más bien una lectura contractual, pero muy espiritual. Simplemente nos encantaba el hecho de casarnos. Nunca me he criado en una religión forzada. Mis padres me decían: 'Lo que te apetezca', y yo, naturalmente, me incliné por Dios y por Jesús y seguí ese camino. Así era yo. Pero yo, de nuevo, alabo a mi Dios a mi manera. Y esa es la forma en la que distribuyo mi energía con mi familia. Lo que sea que te ayude a pasar el día. Y para mí es bueno tener ese poder superior con el que puedo hablar”. Otras cosas que la ayudan a relajarse son: "sentarme en casa con mi pareja, ser aburrida a las nueve de la noche y ver series de televisión". ¿Qué hay en vuestro Netflix? "Estamos viendo Beef, es lo mejor. Y Succession. Está en un club de lectura de WhatsApp con sus amigas, "todas madres jóvenes", dice. Acabo de terminar Klara y el sol, de Kazuo Ishiguro. Le gusta comer comida para llevar –no es buena cocinera, “eso se lo dejo a Taika, hace unos filete estupendo”– y salir con su mejor amiga, a la que conoce desde que tenía dos años; vendrá esta noche, cuando me vaya.
Al final de nuestra conversación, le pregunto si por fin ha encontrado la estabilidad que deseaba desde hace tanto: “Siento un cambio, no porque sienta que me estoy haciendo mayor”, señala. Por primera vez, dice, se dedica a vivir y no a preocuparse. “Hace poco tuve un baño de realidad cuando me di cuenta de que había sobrevivido a todo el estrés y la ansiedad que me acompañaron en la veintena. No me he dejado influir ni convencer ni he dudado de mí misma. Ha sido un momento esclarecedor para mí. Saber que mucha gente puede no estar de acuerdo con mis decisiones, pero hacerlas de todos modos”. Madonna estaría orgullosa.
Su álbum "You & I" salió a la venta el 14 de julio.
Fotógrafo: Rachell Smith
Operador digital: Cameron Smith
Ayudante de fotografía: Charlie Walker
2ª asistente de fotografía: Kate Whelan
Estilista: Sasa Thomann
Peluquería: Shon Hyungsun Ju @ The Wall Group
Maquillaje: Marie Bruce Marie Bruce
Uñas: Michelle Humphrey @ LMC
Costurera: Eleanor Williams
Producción: Dalia Nassimi
Operador de sonido: Michael Panayiotis
Este artículo se publicó originalmente en Glamour UK
Traducido y adaptado por Blanca de Almandoz
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