Las marcas de coches tiemblan, y España tiene buena culpa de ello

Fabricante de coches, ¿un café? ¿No? Pues quizá deberías para no dormir y así no tener la pesadilla que se viene por la normativa que entra en vigor en 2025 y que, precisamente, tiene nombre de bebida de semilla del cafeto: CAFE. Pero, como sabrás, nada tiene que ver con este brebaje y sí con las ‘Emisiones de Combustible Medias Corporativas’ (por sus siglas en inglés).

¿Y qué exige? Pues que la media de emisiones de CO₂ de la gama de una marca sea un 15% inferior a la que tenía en 2020, por lo que no debería superar los 95 g/km. Si no se cumple, pagará 95 euros por gramo excedido y coche. Esto supone miles de millones en multas.

Asimismo, tampoco se podrán comprar los buenos resultados en emisiones de unas para maquillar las de otras. Por ejemplo, Fiat, bajo el paraguas de FCA, compró por 2.000 millones de euros las emisiones de Tesla.

¿Y cómo pinta el panorama? Pues no es muy halagüeño. Los coches eléctricos siguen sin calar. Y no solo en España, que somos un caso de estudio y que en el ránking de países europeos nos situamos en la posición 20 de 27 con una cuota de mercado del 5,5%. También en el ‘Viejo Continente’.

De los 6,53 millones de coches comercializados entre enero y julio, solo 815.400 son eléctricos puros. Esta cifra pone de manifiesto que ha habido una caída del 0,4% respecto al mismo periodo del año pasado. También ha caído la cuota en un 0,3%, porque ahora es del 12,47%. Tendría que ser del 20% si se quiere cumplir con lo que exige la normativa CAFE.

Por tanto, ¿cumplirán los fabricantes? Pues desde mi humilde opinión, no creo. Será muy complicado salvarse de esta escabechina y de las multas millonarias.

Y estas llegan en el peor momento para los fabricantes, que están perdiendo muchos millones, precisamente, por la gran apuesta por el coche eléctrico que hicieron hace años, empujados  ̶a̶l̶ ̶p̶r̶e̶c̶i̶p̶i̶c̶i̶o̶  por Europa.

Una reflexión al ralentí

No sé si te da la misma impresión que a mí, pero en estas últimas semanas solo leo noticias de nuevos radares móviles, de tramo, camuflados… O hay mucha novedad al respecto, o el algoritmo de Google me tiene por un ‘radarófilo’. 

El caso es que la DGT no para de instalar nuevos cinemómetros para que los conductores no superen el límite de velocidad de la vía en aras de reducir la mortalidad en carretera. Bien. 

Los límites de velocidad en España: su alocada historia

No lo veo mal, y eso que no estoy de acuerdo con los actuales límites de nuestras autopistas y autovías, que se aprobaron en 1979, con Adolfo Suárez en el Gobierno -antes de ayer, vamos-, y que veo ridículos para los coches actuales, con los sistemas de seguridad que adoptan.

Si has viajado este verano en coche, te habrás dado cuenta de la penosa situación y el pobre mantenimiento de las carreteras españolas: asfalto con socavones, señalización deteriorada… 

Y yo me pregunto: ¿A dónde va a parar la recaudación -no de mis impuestos, que también- que la DGT consigue con multas? Porque las cifras de 2023 todavía no han sido reveladas, pero en 2022 formuló 5.542.178 denuncias, lo que se traduce en una recaudación de 507.361.888 euros. Mucho dinerito…

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Etiquetas: Opinión