Mi historia y vínculo con Carmen Laforet es, sin haberlo planificado, algo personal e íntimo. Al mirar en la estantería las portadas de mis ediciones de sus libros, como reflexión conmemorativa con motivo del aniversario de los 20 años de su fallecimiento, siento la necesidad de escribir una nota al calce sobre cada una de ellas. Un proceso interrumpido en muchas ocasiones, pero que ahora prosigo con gusto y satisfacción.
La publicación del epistolario con que edité para Destino (mayo de 2003), después de hallar esas cartas de Laforet entre los remanentes del gran novelista en Huesca), me sirvió de piedra angular para la recuperación de la escritora y de su obra, algo que ella misma se había propuesto, pues en y , editores de Destino entonces, pude comenzar la recuperación y reedición de sus obras completas y de su legado que, aparte de , permanecía descatalogado por completo, olvidado y malinterpretado.