NO ERA MUCHO LO QUE HABÍA LEÍDO ACERCA DE LOS PIAROA ANTES DE EMPRENDER MI VIAJE POR LA SELVA AMAZÓNICA DE VENEZUELA. Por un lado, lo poco que se había escrito acerca de los Piaroa los constituyen algunos viejos cuadernos de Etnologia que adquirí en una librería de saldo de Caracas. Por otro, no quería que mi percepción de los Piaroa estuviera condicionada por lo que antes hubiera sido escrito por algún antropólogo, incapaz de liberarse de los corsés con los que los occidentales tendemos a percibir el comportamiento de los indígenas “salvajes” de las tribus selváticas.
Para conocer a los Piaroa hay que viajar hasta un país tan fascinante como es Venezuela. Desde Caracas, hay que coger un avión hasta Puerto Ayacucho, capital del estado de Amazonas (ver cuadro), que es el último núcleo urbano antes de adentrarse en la inmensidad de la selva amazónica. Una vez en Puerto Ayacucho, algo más de una hora en todoterreno por carretera asfaltada que se interrumpe bruscamente hasta desembocar en el Puerto de Samariapo, donde un regimiento de militares puede confiscarnos la cámara si realizamos alguna fotografía. A partir de ahí, una modesta totora motorizada –que terminaría dándonos problemas al anegarse de agua como consecuencia de una imprevisible e inclemente tormenta–, nos permitirá navegar el río Orinoco, bordeando la isla Ratón –en la frontera con Colombia–, hasta la cuenca de uno de sus afluentes, el río Sipapo. Su torrente de aguas turbias desemboca en el río Autana, que da nombre a su “montaña sagrada”…
LA EXISTENCIA DE LOS PIARONA LOGRÓ PASAR DESAPARECIDA DURANTE UN LARGO TIEMPO A LOS OJOS DE LOS CONQUISTADORES.
¿UNA TRIBU ESCONDIDA?
En los libros de Historia se